La victoria de Milei lo posiciona de buena forma de cara a octubre cuando se juega el partido central. Para los inversores esa será la señal política clave.
Por Roberto Pico
¿El triunfo en la Ciudad de Buenos Aires es la solución política para el plan de gobierno de Javier Milei? No. Pero le quita la amenaza de un tránsito tortuoso en materia económica hasta octubre, donde se jugará la batalla decisiva por las bancas del Congreso Nacional que consoliden su poder político.
Ahí es donde los inversores, principales agentes económicos y empresarios esperan un triunfo amplio de La Libertad Avanza que garantice la continuidad del programa de reformas pendientes.
La elección en CABA le quita presión momentánea al dólar y a los mercados. La victoria de Manuel Adorni sugiere que una buena parte de la población aún acepta el duro ajuste que está imponiendo Milei, porque, en parte, se ve recompensada por la baja de la inflación.
Este era un dato clave para quienes tienen que decidir inversiones reales. Un resultado adverso o poco claro hubiera elevado la presión sobre el dólar, la tasa de interés y los bonos, complicando el desarrollo de la actividad en los cinco meses restantes hasta la decisiva elección de medio término.
El domingo solo se eligieron concejales para la Legislatura porteña, pero la inevitable lectura a nivel nacional le da al mercado la posibilidad de comenzar con “las apuestas”.
Quienes consideren que lo que sucedió en la Capital Federal es un síntoma inequívoco del sentir a nivel nacional, podrán decidir tomar posiciones en activos argentinos y potenciar una ganancia contra un futuro que auguren favorable a los «violetas». Quienes entiendan que solo fue una batalla que se debía ganar pero que no define nada, seguirán esperando a costa de ceder rendimiento.
En los próximos meses el gobierno debe hacer frente a fuertes vencimientos de deuda en pesos y en dólares. Las obligaciones en moneda extranjera están cubiertas por el acuerdo con el fondo y dólares comprados de antemano. Los vencimientos en pesos lucen más exigentes, pero el triunfo del domingo le servirá a la conducción económica para plantarse con mayor seguridad en las próximas licitaciones y renovarlos en condiciones mucho más cercanas a sus pretensiones.
A partir de este lunes, el indicador clave para empezar a descifrar qué piensan los mercados sobre el futuro de la Argentina es el Riesgo País. El gobierno necesita sí o sí que caiga de los 660 puntos actuales a la zona de los 400 para encarar el 2026 con la posibilidad de volver a los mercados de deuda voluntaria y no gastar un solo dólar de los girados por el FMI.
El gobierno confiaba en que la salida del cepo y la continuidad del proceso de desinflación llevarían a la baja del indicador que elabora el JP Morgan, algo que aún no ocurrió. Ahora el escenario es otro. A los buenos números macro, que conllevan un duro ajuste, se le sumó un apoyo político explícito. Es verdad que aún queda el “Riesgo PBA”, pero el primer testeo les permite ser optimistas a quienes apuestan por este rumbo económico.
Otro punto a favor del triunfo de Adorni es que el gobierno tendrá una herramienta más para salvar la primera revisión del acuerdo con el FMI. Tal como están las cosas a la fecha, al Banco Central le costaría mucho –por no decir imposible– cumplir con la meta de acumulación de reservas, ya que no comprará dólares hasta que el precio llegue al piso de la banda. Eso obligaría a pedir un “waiver” de entrada. Si bien aún existe la posibilidad de recurrir a algunas alquimias para cumplirla, lo más probable es que se opte por el camino del “perdón”. Por tanto, el respaldo en las urnas servirá para argumentar que el programa tiene aceptación en la población y solicitar una reformulación de los objetivos, que se descuenta que la cúpula del organismo aceptará.